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IMPORTANCIA DE EMPRENDER
La crisis está incrementando el número de los que emprenden por necesidad, al haber perdido sus empleos. Un estudio realizado a partir de los datos del INE, apunta a que el 25% de los autónomos registrados dio de alta su actividad en los últimos tres años. Para hacernos una idea del calado de esta opción por el autoempleo, basta señalar que en 2010 más de 500.000 personas tomaron la decisión de iniciar su propio negocio. El dato resulta elocuente, pues, de alguna manera, el autoempleo constituye la forma más embrionaria de ser emprendedor.
Aunque la vía de los hechos puede convertirse en la motivación más eficaz para enfrentarse a las dificultades actuales del mercado, creemos que el mejor marco para fomentar el emprendimiento sería el propio sistema educativo, mostrando a los niños y a los jóvenes el papel medular en la sociedad de los empresarios y de las empresas, ya sea mediante la promoción del bienestar colectivo a través del empleo, o la provisión de productos y servicios en los que se concreta el progreso social.
Ser emprendedor significa erigirse en dueño de tu propio destino, con todas las dificultades que todo eso conlleva, pero también con todas las alegrías que se derivan de saberse creador o impulsor de una realidad que no existiría sin la contribución de nuestro talento y nuestra capacidad de trabajo. En el plano económico, la contribución del emprendedor es crucial, pues tiene un efecto multiplicador del empleo y de la riqueza de un país.
La realidad laboral, a la vista de los datos que leemos todos los días en los medios, puede llegar a mostrarnos una España a tres velocidades. La de los trabajadores fijos, con plenitud de derechos y blindados ante la crisis, la de los trabajadores temporales, los primeros que padecen los ajustes cuando el crecimiento se estanca, y la de los emprendedores que encuentran en el autoempleo, la creación de microempresas o empresas, una forma de combatir la crisis por la vía de no esperar milagros ni soluciones propiciadas por terceros, comprometiendo en el empeño todo su talento y esfuerzo y, tantas veces, su propio patrimonio.
España, para superar el difícil trance de la crisis, necesita, además de reformas profundas, conseguir que arraigue en los jóvenes el valor del emprendimiento, y también, ¿por qué no?, en los trabajadores que prestan sus servicios en el seno de las empresas. Es responsabilidad de los propios empresarios retener el talento y hacer emerger la creatividad y el compromiso dentro de sus propias organizaciones. La innovación en productos, servicios y procesos es un reto que debe involucrar a todos los empleados, y en este camino de mejora constante el empresario debe crear las condiciones adecuadas para que no se agoten tampoco las expectativas de crecimiento profesional.